Es inevitable escribir algo sobre
este pasado fin de semana porque es inevitable pensar en lo que será en un
futuro (más bien cercano) del pueblecito.
Para los que no lo conocéis (me
atrevo a decir que sois la mayoría), aquí os lo presento sin muchas florituras.
Es un pueblecillo con 4 casas, una calle y 4 gatos, llamado Rada de Haro, aunque
se le conoce más como la Errá. Con esto ya os he quitado las ganas hasta de
seguir leyendo el post probablemente. Pero este post no va enfocado a los que
no lo conocéis, sino a los que sois de allí y a los que no somos de allí pero como
si lo fuéramos.
Nosotros nos lo tomamos con
humor, porque no vamos a llorar cada vez que pisamos el pueblo, pero es
bastante triste la situación en la que estamos. El viernes llegué con mi padre
y mi abuelo al pueblo, subimos hasta arriba y no vimos ni un alma de las 10
(tirando por lo alto) que viven allí. Nos fuimos a Villaescusa a comer y no os
creáis que vimos a mucha más gente… En fin, que no es solo la Errá; la zona
está decayendo. Imposible pensarlo y que no te invada la pena. Pero vamos a lo
que vamos.
Cada año somos menos en las
fiestas y yo, sinceramente os digo, no lo puedo comprender. No es ningún
secreto que ha habido problemas en el pueblo, cual Montescos y Capuletos, pero
en situaciones de festejos lo mejor que se puede hacer es unirse, aunque sea
(para los religiosos) por el bien de las fiestas de la Virgen o (para los no
tan religiosos) por el bien de las tradiciones y del pueblo en sí mismo.
Cierto
es que a veces por ciertas circunstancias (familiares, laborales, personales…)
nos es imposible ir, pero luego están las personas que pueden y no quieren. No se puede obligar a nadie a
venir, claro está. Cada uno tendrá sus motivos y son respetables. Pero mi pregunta
es, ¿no os da pena ver cómo se va acabando poco a poco el ánimo de fiesta o ver
cómo poco a poco la gente va menos al pueblo aunque sea a pasar unos días en
verano?
Sí, lo sabemos; no hay na’ de na’
en el pueblo. Solo campo y tranquilidad. Pues debería valer con eso. Vivimos en
una sociedad en la que dependemos tanto del ocio a través de tecnologías (o a
través de aquello que nos permita no pensar) que ya no sabemos qué hacer cuando
llegamos a un sitio en el que podemos dejar de mirarnos las manos con las que
sostenemos el móvil, mirar hacia arriba y ver las estrellas. Apuesto a que
muchos de los que leéis este post no habéis tenido esa sensación de pequeñez que
se te queda al ver una bóveda tan llena de estrellas que casi te marea…
Entiendo que en verano dé pereza
ir si no tienes a nadie allí con quien compartir una tarde, porque, al fin y
al cabo, si no te juntas para charlar un rato, no es que puedas hacer mucho
más. Pero hablamos de Mayo y de las fiestas. En Mayo, una necesita ya
desconexión después de largos meses de trabajo o estudio y qué mejor que ir al
pueblo y disfrutar de ponerse al día con la familia y amigos, y de acompañarlo
con buena bebida, buena comida y música (no me arriesgo a poner “buena” porque
en esto para gustos los colores). No sé si seré yo, pero creo que esto es más
que suficiente para pasar un buen rato. La excusa esa de “no voy porque me
aburro” aquí no es aplicable, a no ser que para ser feliz necesites un camión,
en cuyo caso no te podemos ayudar.
No hay tiempo para aburrirse.
Cuando no estás de farra, estás durmiendo o descansando. A lo mejor, te toca
hacer ronda familiar o comer donde tu tía (que seguro que con lo bien que se come
ahí se te quitan todas las penas), pero no puede ser más aburrido que quedarte
un domingo lluvioso por la tarde en Madrid…
En fin, a lo mejor no estoy
teniendo en cuenta todas las opciones, pero aun así (a no ser que sea por causa
de fuerza mayor) no veo el motivo por el que no venís. Pasárselo bien no es
nada complicado, como tampoco lo es venir a darle un empujón al pueblo.
No me puedo creer que os tenga
que pedir el esfuerzo de venir a pasároslo bien. ¡Ojalá todos los esfuerzos
fueran así!
Hay que dejar de lado rivalidades
y prejuicios y quizás así vengas y disfrutes de un fin de semana diferente. Hay que pensar también en todas esas personas que se pasan meses
preparando las fiestas, se pasan la noche detrás de la barra, preparan los
aperitivos, etc. y no descansan hasta que se pasan las fiestas. Quizás por todo
el esfuerzo que ponen también vale la pena ir y disfrutar.
Solo me queda invitar a todos los
que hayan leído el post y no conozcan el pueblo. No hay nada, excepto
tranquilidad y a los de ciudad eso nos viene de perlas de vez en cuando. Al no
haber nada, puedes aprovechar y observar lo que te pierdes estando entre 4
paredes. ¡Puedes explotar tus cualidades artísticas! A lo mejor te da por
pintar, hacer fotos, escribir… O simplemente hacerte una escapada
anti-tecnologías (a ver de lo que eres capaz sin ellas). El pueblo es
ecofriendly: 0 contaminación; lo mejor para tus pulmones. Hay un poquito de luz
por la noche, lo que complica ver las estrellas, pero nada que no se pueda
arreglar: buscas un sitio cercano en el campo, plantas una silla y ya lo
tienes. Si ya no puedes más de aburrimiento, siempre puedes aprovechar entre
fiesta y fiesta y visitar pueblos cercanos. ¿Qué más queréis?
¡Hay que hacer el “esfuerzo” y
revivir el pueblo! ¿O preferís ver cómo las futuras generaciones se quedan sin
pueblo al que ir en vacaciones?
¡Gracias a todos! Ha sido un placer compartir otras fiestas con vosotros, ¡incluso aunque me haya tocado llevar el cestito en la procesión!
El año pasado pasé por ahí para intentar hacer una foto del castillo de Belmonte aprovechando que coincidía con las Perseidas, por si era capaz de hacer alguna foto chula de larga exposición, y no sé si debido a la oscuridad y que al no ver nada me metía por los peores sitios, me dio la sensación de que la carretera entre Villaescusa y Rada está en mal estado. Si lo sé doy la vuelta por otro pueblo.
ResponderEliminarNo había estado antes en tu pueblo y la verdad es que es muy pequeño, y entiendo lo que quieres decir cuando ves que cada vez hay menos gente. Yo suelo ir a Los Hinojosos porque mi familia por parte de madre es de allí y aunque es más grande también se nota que la gente tiende a olvidarse del pueblo salvo en las fiestas de verano. Es inevitable sentir pena por lo que fue. Antes podías ir en cualquier época del año y encontrarte con familiares y amigos; en cambio ahora si tienes suerte ves a la tía de turno ¡y si se alinean los planetas lo mismo hasta encuentras un bar abierto!
En fin, siempre quedará como refugio de paz.