martes, 23 de septiembre de 2014

¡Caca, caca, eso no se come!



Esto es como si fuera un diario. Cada vez que escribo aquí, escribo alguna mierda que pretende ser guay y se queda en entrada de autoayuda (eso sí, tabulada correctamente). Coincide que cuando necesito desahogarme es cuando estoy en modo ploff (si es que eso es un modo). A ver, es un poco lógico. Cuando una está más o menos feliz no tiene necesidad de expresarlo tan profundamente como cuando una está en un estado de mierda que lo que quiere es que se entere todo el mundo de lo desgraciada que es. No os hagáis los locos porque sabéis que es cierto. Pero, en realidad, lo único que buscamos es un poco de comprensión y cariño (y sobre todo que nos hagan ver que no estamos locos, aunque hay veces que no tenemos remedio).


Bueno, hoy estoy y no estoy; voy y vengo; me pierdo y me encuentro. En realidad, todo está bien; todo está chachi. Pero ¿qué quieres que te diga?, hay veces que estás ahí como ploff. ¿Qué mierdas es ploff? Este post no se va a caracterizar por si riqueza lingüística, como veis. Hasta donde yo sé es una onomatopeya, como cuando se cae un tomate o un huevo al suelo y hace “ploff”, pero en este caso lo usamos para definir un estado de ánimo que es jodido de definir sin la palabreja/onomatopeya/mierdapincháenunpalo “ploff”. Obviamente es menester definirlo y que salga de mí, cual exorcismo de sentimientos, porque si no esta entradita no tendría sentido ninguno.

Desde mi perspectiva es una cosa como gris y fea. No mola. Podría ser cualquier guarrería de estas que cogen los niños pequeños en el parque y se la llevan a la boca. Menos mal que sus madres están ahí para decir “caca, caca, eso no se come”. O sea que sí, en definitiva, es una cacota (le puedes poner ojos como la del whatsapp, así sigue siendo una cacota pero es más simpática :D).


El caso es que el susodicho ploff viene causado por una situación de acumulación de sentimientos. Yo, he de confesar, no soy una persona que llore mucho (excepto cuando bebo que a veces me da por llorar; una vez al parecer empecé a llorar, me preguntaron el porqué y contesté “because I’m so happy” y ya sabemos que los borrachos dicen la verdad), pero siempre lo digo: hay que desahogarse de vez en cuando. Y no me refiero a escribir, que también, me refiero más bien a llorar. Hay que llorar de vez en cuando. Me pasa como a las calles de mi barrio que se llenan de mierda durante el verano y necesitan unos días de lluvia para que se lleve por delante toda esa porquería acumulada.


También tiene que ver la impotencia de mirar alrededor y ver que no soy estrictamente necesaria. ¡No puedes pretender ser el centro del universo! Lo sé, lo sé. No es el centro lo que quiero ser y además sé que todo el mundo es prescindible. Pero es otra vez el ploff. Hay veces que por muy asumido que lo tengas te sale por algún rinconcico de tu cabeza que ya piensas “menuda hijaputa con lo bien que estaba yo sin pensar”. Llámame loca pero ¡qué bien viviría yo si la vida consistiera en meros instintos! O no ¿eh? Que a lo mejor la selección natural haría que muriera a la primera de cambio... El caso es que tanto pensar a veces no es bueno.

La confusión también hace mella. Demasiada información contradictoria desde la misma fuente. Creo que eso agota a cualquiera.


Otra cosa que tiene que ver con el ploffismo de hoy es mi actitud, obviamente. A veces creo que estoy pendiente de muchas cosas a la vez: de mantener el contacto con esta, de hablar a aquel, de si está enfadada esta o se deja de enfadar aquel; y otras veces pienso que paso tanto de todo que después llega el momento de la acumulación. O paso mucho o me involucro demasiado. Creo que es más lo segundo, aunque en casos concretos no te queda más remedio que pasar.


El caso es que eso de involucrarme o pasar hace que me vea sumisa y conformista. A veces acepto situaciones sin siquiera cuestionarlas aunque no esté de acuerdo. Y esto sí que me hace sentirme mal, señores; nada de ploffs y cacas, MAL. Hoy hablando con esa persona que aguanta todos los puñeteros días mis idas de olla y mis problemas me he dado cuenta de esto y también me he dado cuenta de que tengo que cambiar esta situación.

Tanto si me involucro como si hago caso omiso o paso, debo hacerlo por una decisión propia, sin dejarme influenciar y por supuesto sin conformarme con cualquier cosa. Yo no vine para estar de paso. Aquí estoy para disfrutar, para saborear los detalles de cada situación y para dejarme llevar siempre atenta de todo lo que vivo. Me involucro en cada situación tanto como siento porque no quiero estar en ninguna de ellas de paso. 


No puedo vivir siempre dependiendo de lo que quieran, opinen y piensen los demás. Es hora de pararse a pensar y tomar decisiones. De arriesgarse aunque sepa que a otras personas les cuesta más. De asumir los riesgos y los sufrimientos que las decisiones conllevan pero de asumir con más fuerza que los momentos de alegría existen y son los que al final se quedan contigo. De comprender que es mucho más grande la idea de sonreír dos días, dos horas, dos segundos que la idea de llorar dos horas, dos días, dos meses.


Los riesgos están ahí y está claro que a nadie le gusta sufrir y que si se puede evitar, se DEBE evitar. Lo que no está nada claro es que se hagan las cosas con miramientos al sufrimiento. Lo que os digo: aquí no se está de paso. Cada decisión conlleva sus consecuencias, pero tomad las decisiones teniendo en cuenta las sonrisas como soles que, sabéis con certeza, os provocarán y no los llantos que, a lo mejor, os toca sufrir.


Esto es muy fácil decirlo o escribirlo pero ahora hay que ponerlo en práctica.



Y, en efecto, me ha salido otra de estas entradas con mensajito al final. Pero, ¡no os apuréis niños!, próximamente habrá un intento de relato por aquí con moraleja (creo) pero no tan explícita (espero).

P.D.: Prometo que la próxima entrada improvisada será cuando esté pletórica, eufórica y todo lo que tenga que ver con la felicidad/alegría/éxtasisdeSantaTeresa

P.D.1: Y QUE QUEDE CLARO QUE LA PERSONA QUE MÁS ME AGUANTA TODOS LOS DÍAS, SOBRE TODO CON ESE TEMA QUE ME TIENE HASTA LA PAPAYA, ES NADA MÁS Y NADA MENOS QUE LA SEÑORITA LAURA. Aunque he de decir que hay muchas más personas que me sufren en silencio. A ellas: Lo siento y Gracias :D