martes, 8 de diciembre de 2015

No me tires de la lengua



El otro día, en mi revisión matutina de Facebook, me encontré una foto cuyo texto decía algo así como: “Ser anti-feminista no significa ser anti-mujer”. Ante esto, la menda no se puede quedar callada y en vez de hacer cosas de provecho, como leer para preparar mi jodida tesis, pues aquí estoy.
 Antes que nada debo decir que la foto era de una página de Facebook (que conozco por, como no, Elisa) sobre filosofía. Principalmente me ha llamado la atención porque venía de esa página y porque me parece una foto compartida sin criterio alguno. Además la foto (una especie de collage) sorprendentemente venía de (o estaba hecha por) una mujer. Puede que fuera con tono irónico, pero yo me lo he tomado como si no lo fuera porque este tema me enerva mucho. Ahí va la reflexión.

Me gustaría hablar de este concepto tan “confuso” para algunas y algunos. Os comento, lo primero de todo, que no soy ninguna experta en feminismo (ojalá lo fuera). Sin embargo, la mayor parte de mis trabajos (en conjunto con Sara y Elisa) han tratado sobre género, mi Trabajo de Fin de Grado trató sobre género (aunque sin mucha base teórico-crítica) y mi tesis irá sobre ciencia ficción feminista, o sea, género, así que tengo unos cuantos ejemplos para ilustraros. Pero primero vamos a empezar con la definición de la RAE:
feminismo
Del fr. féminisme, y este del lat. femĭna 'mujer' e -isme '-ismo'.
1. m. Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres.
2. m. Movimiento que se apoya en el feminismo.
A pesar de que la segunda acepción es bastante pobre, la primera no deja lugar a dudas. “Ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. ¿Cuál es la confusión aquí, a ver? ¿Dónde está el doble sentido? Pues todavía habrá alguna personita por ahí que diga “Bueno, esto es que esta manipulado”.
Voy a repetir aquí para todas esas personas las diferencias entre el concepto anterior, feminismo, y otro concepto, hembrismo. Este último no lo recoge la RAE (ni al parecer Word porque me lo marca como error) pero existe. Solo tenéis que buscarlo en Google y os saldrán miles y miles de entradas al respecto (entre ellas una petición para la inclusión de la palabra en el diccionario). Como definición simple diremos que es el término que se refiere al desprecio hacia el hombre; podríamos decir que se refiere a la ideología que va en contra de los derechos de los hombres y aboga por la superioridad de la mujer. Resumiendo, sería el equivalente al machismo pero cambiando los géneros que dominan o quieren dominar.
Ahora, si la sociedad patriarcal decide tergiversar los conceptos y concluir que hembrismo y feminismo son lo mismo, obviamente se crea la confusión. Quizás sea esta mezcla manipulada de conceptos la razón por la que tantas personas tienen miedo o rechazo a declararse feministas. Pero, volvemos al tema de la curiosidad, ¿por qué cojones os creéis todo lo que os dicen y no investigáis ni un poquito?
Queridos amigos, después de la introducción, os diré que ser antifeminista ES ser antimujer. Ser antifeminista significa que no estás de acuerdo con la idea de que la mujer deba tener los mismos derechos que los hombres; es decir, que siga viviendo en una posición inferior. Y ni se os ocurra decirme que la mujer no vive o no ha vivido en una posición inferior. Vamos con ejemplos.
Nos podemos remontar a la Biblia para ver como Eva tuvo la culpa de todos los males de la humanidad, por dejarse seducir por la serpientita y por débil (no tuvo bastante con salir de la costilla de Adán). Si recorremos cronológicamente y rápidamente las diferentes corrientes literarias (hablo de literatura inglesa porque en las demás soy una inculta; lo sé, además soy muy pesada), se ve perfectamente también la posición de inferioridad de la mujer: desde la Edad Media se ha considerado a la mujer como una idealización, la imagen de inocencia, pureza y castidad, algo inalcanzable; más adelante quizás se perdió todo eso de la idealización y se mantuvo la idea de inocencia, virginidad y domesticidad como argumentos de que la mujer era efectivamente el sexo débil. Y así continuó hasta probablemente los siglos XVIII y XIX en los que la presencia de la mujer se iba haciendo un poco más notable. Son los siglos del origen y desarrollo de “la nueva mujer”, cuentan con mayor número de escritoras –las Brönte, Austen, Shelley, Lee,…- que siglos anteriores y también, casualmente, empieza a plasmarse en las obras de escritores masculinos la presencia de mujeres poderosas y manipuladoras (femme fatale), que, normalmente, terminan mal, comparada con la presencia de mujeres tradicionales (inocentes, castas, puras, sumisas) que también terminan mal. Es decir, el despunte de la mujer deja entrever el miedo de los hombres a que los tornos cambien y este miedo es plasmado a través de personajes femeninos estereotipados que esconden un mensaje de advertencia: no salgas de casa o acabarás peor. Seguramente, la toma de conciencia de la propia mujer contribuyera a que los hombres dejaran mensajes misóginos (más o menos explícitos) en sus obras, aunque la verdad es que esa misoginia siempre ha estado ahí. Con el siglo XX llegó la importancia del movimiento de la mujer. El siglo XX fue otro gran siglo de escritoras y artistas, y, por supuesto, no podemos dejar de hacer referencia a la importancia de las sufragistas [sobre las cuales van a estrenar una película, creo que este mes, que tiene repartazo]. También el surgimiento de la psicología como ciencia en el XIX (si no me equivoco) dejó teorías (algunas sobre la feminidad y misóginas) que servirían en el siglo XX, junto con escritos filosóficos (muchos también misóginos), como base de mucha de la teoría y filosofía del este movimiento.
Estos son algunos datos literarios (muy simplificados), pero no nos hace falta irnos a ese extremo; basta con que analicemos un poquito el lenguaje con el que nos expresamos. Un ejemplo muy simple es el uso del plural masculino en español, del cual me confieso usuaria: “queridos amigos”, como puse en algún párrafo más arriba, para referirse tanto a amigos como a amigas. En inglés, se observa esto en algunas profesiones, como policeman o fireman y en el caso contrario stewardess, que cada vez se están sustituyendo más por genéricos como police officer, firefighter o flight assistant/attendant. También se observa en palabras como mankind que se refiere a la humanidad en general (aunque en La declaración de independencia se use con segundas, amigo Jefferson) y en el uso de pronombres como his en frases en las que se utilizan otros pronombres como someone o everyone que no especifican género (aunque ahora cada vez más se usa their).
Por supuesto, más allá de lenguajes y libros, están las situaciones sociales. Tenemos desde prácticas asociadas con la mujer (coser, bailar, tareas del hogar… ¡incluso saludarse con dos besos!) y que los hombres se niegan a hacer porque pierden su masculinidad, hasta trabajos con salarios más bajos (incluso en pleno siglo XXI, la famosa frase), estar relegadas a la maternidad (afortunadamente cambiando)… Incluso en los deportes se presta menos atención a la categoría femenina por lo de siempre (me incluyo dentro de la categoría de personas que no tiene ni puta idea de deporte y que si sigue alguno es el masculino. SHAME).
En fin, que sí; que la misoginia está ahí y que una mujer no se puede declarar antifeminista porque eso sería querer estar esclavizada siempre. No pierdo la esperanza de que sobre todo las mujeres nos concienciemos de esto. Gracias a todas las que decidieron que la mujer debía ser escuchada, a las que defienden el feminismo y a las nos declaramos feministas e intentamos defenderlo a capa y espada, aunque a veces caigamos en el discurso machista. Y, por supuesto, gracias a todos los hombres que juntan sus voces a la nuestra. 
Y recordad, pequeñuelas y pequeñuelos o pequeñuelos y pequeñuelas: ser feminista es defender la igualdad.