lunes, 9 de mayo de 2016

La Errá: un pueblo (eco)friendly



Es inevitable escribir algo sobre este pasado fin de semana porque es inevitable pensar en lo que será en un futuro (más bien cercano) del pueblecito. 

Para los que no lo conocéis (me atrevo a decir que sois la mayoría), aquí os lo presento sin muchas florituras. Es un pueblecillo con 4 casas, una calle y 4 gatos, llamado Rada de Haro, aunque se le conoce más como la Errá. Con esto ya os he quitado las ganas hasta de seguir leyendo el post probablemente. Pero este post no va enfocado a los que no lo conocéis, sino a los que sois de allí y a los que no somos de allí pero como si lo fuéramos. 

Nosotros nos lo tomamos con humor, porque no vamos a llorar cada vez que pisamos el pueblo, pero es bastante triste la situación en la que estamos. El viernes llegué con mi padre y mi abuelo al pueblo, subimos hasta arriba y no vimos ni un alma de las 10 (tirando por lo alto) que viven allí. Nos fuimos a Villaescusa a comer y no os creáis que vimos a mucha más gente… En fin, que no es solo la Errá; la zona está decayendo. Imposible pensarlo y que no te invada la pena. Pero vamos a lo que vamos. 

Cada año somos menos en las fiestas y yo, sinceramente os digo, no lo puedo comprender. No es ningún secreto que ha habido problemas en el pueblo, cual Montescos y Capuletos, pero en situaciones de festejos lo mejor que se puede hacer es unirse, aunque sea (para los religiosos) por el bien de las fiestas de la Virgen o (para los no tan religiosos) por el bien de las tradiciones y del pueblo en sí mismo. 

Cierto es que a veces por ciertas circunstancias (familiares, laborales, personales…) nos es imposible ir, pero luego están las personas que pueden y no quieren. No se puede obligar a nadie a venir, claro está. Cada uno tendrá sus motivos y son respetables. Pero mi pregunta es, ¿no os da pena ver cómo se va acabando poco a poco el ánimo de fiesta o ver cómo poco a poco la gente va menos al pueblo aunque sea a pasar unos días en verano?
 
Sí, lo sabemos; no hay na’ de na’ en el pueblo. Solo campo y tranquilidad. Pues debería valer con eso. Vivimos en una sociedad en la que dependemos tanto del ocio a través de tecnologías (o a través de aquello que nos permita no pensar) que ya no sabemos qué hacer cuando llegamos a un sitio en el que podemos dejar de mirarnos las manos con las que sostenemos el móvil, mirar hacia arriba y ver las estrellas. Apuesto a que muchos de los que leéis este post no habéis tenido esa sensación de pequeñez que se te queda al ver una bóveda tan llena de estrellas que casi te marea…

Entiendo que en verano dé pereza ir si no tienes a nadie allí con quien compartir una tarde, porque, al fin y al cabo, si no te juntas para charlar un rato, no es que puedas hacer mucho más. Pero hablamos de Mayo y de las fiestas. En Mayo, una necesita ya desconexión después de largos meses de trabajo o estudio y qué mejor que ir al pueblo y disfrutar de ponerse al día con la familia y amigos, y de acompañarlo con buena bebida, buena comida y música (no me arriesgo a poner “buena” porque en esto para gustos los colores). No sé si seré yo, pero creo que esto es más que suficiente para pasar un buen rato. La excusa esa de “no voy porque me aburro” aquí no es aplicable, a no ser que para ser feliz necesites un camión, en cuyo caso no te podemos ayudar. 
 
No hay tiempo para aburrirse. Cuando no estás de farra, estás durmiendo o descansando. A lo mejor, te toca hacer ronda familiar o comer donde tu tía (que seguro que con lo bien que se come ahí se te quitan todas las penas), pero no puede ser más aburrido que quedarte un domingo lluvioso por la tarde en Madrid…

En fin, a lo mejor no estoy teniendo en cuenta todas las opciones, pero aun así (a no ser que sea por causa de fuerza mayor) no veo el motivo por el que no venís. Pasárselo bien no es nada complicado, como tampoco lo es venir a darle un empujón al pueblo.

No me puedo creer que os tenga que pedir el esfuerzo de venir a pasároslo bien. ¡Ojalá todos los esfuerzos fueran así!

Hay que dejar de lado rivalidades y prejuicios y quizás así vengas y disfrutes de un fin de semana diferente. Hay que pensar también en todas esas personas que se pasan meses preparando las fiestas, se pasan la noche detrás de la barra, preparan los aperitivos, etc. y no descansan hasta que se pasan las fiestas. Quizás por todo el esfuerzo que ponen también vale la pena ir y disfrutar.

Solo me queda invitar a todos los que hayan leído el post y no conozcan el pueblo. No hay nada, excepto tranquilidad y a los de ciudad eso nos viene de perlas de vez en cuando. Al no haber nada, puedes aprovechar y observar lo que te pierdes estando entre 4 paredes. ¡Puedes explotar tus cualidades artísticas! A lo mejor te da por pintar, hacer fotos, escribir… O simplemente hacerte una escapada anti-tecnologías (a ver de lo que eres capaz sin ellas). El pueblo es ecofriendly: 0 contaminación; lo mejor para tus pulmones. Hay un poquito de luz por la noche, lo que complica ver las estrellas, pero nada que no se pueda arreglar: buscas un sitio cercano en el campo, plantas una silla y ya lo tienes. Si ya no puedes más de aburrimiento, siempre puedes aprovechar entre fiesta y fiesta y visitar pueblos cercanos. ¿Qué más queréis?

¡Hay que hacer el “esfuerzo” y revivir el pueblo! ¿O preferís ver cómo las futuras generaciones se quedan sin pueblo al que ir en vacaciones? 

¡Gracias a todos! Ha sido un placer compartir otras fiestas con vosotros, ¡incluso aunque me haya tocado llevar el cestito en la procesión!