Y de repente llega ese momento.
Ese momento en el que miras fotos en el Facebook
de las que fueron tus compañeras de colegio e instituto y las ves creciditas y
todas monas con sus vestiditos y sus viajes. Muchas de ellas con novio desde
hace bastante. Otras sin novio pero con objetivos bastante claros. Y salen en
todas las puñeteras fotos bien (¿cómo lo hacen?) Y luego te observas a ti
misma. No hace falta que sea en modo trascendental y tengas que irte a hacer el
Camino de Santiago para encontrarte, vale solo con mirar TUS fotos de FB. Y,
claro, ya sabemos que las comparaciones son odiosas pero no puedes evitar
comparar. Y ahí estás tú: con tu camiseta de AC/DC y tu jersey de los Rolling,
sin maquillar y casi siempre con algo de alcohol en la mano… sí, es cierto que
a veces te arreglas un poquito, pero incluso con tus mejores galas haces el
tonto. Estás crecidita; cierto es. Y has hecho muchos viajes; cierto es. Y
sales decente en algunas fotos; è vero è vero. Pero no te engañes, la mayoría
de tus fotos son haciendo el canelo.
Te ves así con 22 tacos y te
preguntas “madre de Lennon, cuando tenga 30, ¿seguiré llevando en mi ropa
grupos de música o cambiaré y solo llevaré vestiditos color pastel y zapatos?”.
Y es ahí cuando te sale tu don de predecir un posible futuro (vaya mierda de
don que ni siquiera es certero con seguridad) y te ves con 60 años, limpiando
el polvo con una camiseta de Rulo al son de "Highway to Hell", para animar las
tareas del hogar. Probablemente contándoles historias a tus nietos de lo bien
que lo pasaste de Erasmus y recomendándoles que usen protección. Abuela
enrollada. Entonces ahí ya es cuando giveas up y dices “creo que nunca voy a
madurar”.
Y, bueno, vamos a ver, es cierto
que MADURAR es una palabra muy grande. No solo va de cambiar tu ropa. Va de ser
responsable, seria, de sopesar (qué palabra tan bonica), de vivir nuevas
experiencias… Pero, joder, es que esas nuevas experiencias en mi mente se ven
muy turbias. Siempre con un fondo gris. Como si madurar fuera perder el color
(al menos los alegres). Entonces es ahí cuando te das cuenta de que prefieres
ser así. Prefieres salir con tus compis de la uni a un bareto de mierda donde
te dejen entrar con unas Converse (o la versión del Primark) y puedas saltar y
que te mire todo el bar como diciendo “estos críos de mierda cada vez se dan
antes al alcohol” (y digo críos porque con nuestras pintas y acciones no nos
pueden considerar de otra forma) antes que ir a la disco de moda con unos
zapatos insuperables con los que no puedes ni caminar y a mitad de la noche ya
estés deseando salir de ahí para ponerte las manoletinas de repuesto. Creedme,
sé de lo que hablo, yo eso lo he vivido. Eso sí, en ocasiones no te queda más
remedio que sucumbir a las convenciones sociales (véase bodas, bautizos y
comuniones….y graduaciones) aunque tú lo que quieras es plantarte unos vaqueros
a la roca (de esos que aunque se llevan ahora tú estás convencida de que los
llevas de otra forma), una sudadera/ chaqueta y una camiseta cuca (porque sabes
que hará calor cuando lleves 8 cubatas en la barra libre).
Ojo, que no estoy en contra de la
gente que se arregla, que esto no va de criticar. Cada uno es como es y estoy
segura de que habrá gente que lo haga porque le salga de dentro y no porque el
resto de la humanidad lo haga. Y eso es lo que cuenta. Por eso, yo prefiero que
me llamen cría (aunque tenga unos pocos años más) y salir en las fotos haciendo
el tonto, y verme en algunas más decente (pretendiendo que tengo alguna
posibilidad de futuro) y no perder esos colores que yo imagino se pierden
cuando llegas a la MADUREZ… A ver, es cierto que ya no se ven las cosas como cuando
se era más joven y lozana. Pero, tíos, qué más da, hay momentos y momentos. Yo
quiero ser como mis padres. Con 50 años (aprox) y que siempre saquen una
sonrisa a los de su alrededor. Despertarme con 50 años e ir a ver a mi hija,
coger un peluche y hacer como si el peluche hablara para despertarla a ella…
Coger con 50 años la tabla de planchar y cantar Satisfaction porque como ella
dice “es más de los Rolling”…. Recoger la mesa con 50 años e ir cantando
canciones de los Beatles mientras compites con tu hija por ver quién acaba
antes de recoger y le toca pasar el trapo al hule…. Cantar con 50 años la
flautita de California Dreamin’ en la puerta del baño mientras tu mujer se
arregla y que ella abra la puerta enfadada y al final se acabe uniendo…
Que hay que ser maduros:
correcto. Pero que nunca se deje de cantar porque al final todo va de eso y que
nunca se pierda ese toque de colorida inmadurez (que parece que no, pero es una
palabra supersuperbonica).